Las enfermedades Cardiovasculares (ECV) son la mayor causa de mortalidad en Latinoamérica. Se han identificado múltiples factores de riesgo subyacentes para las enfermedades cardiacas, entre ellos están: dislipidemia, presión arterial elevada, estilo de vida sedentario, obesidad, diabetes y tabaquismo. En este articulo revisaremos la relación entre el consumo de fructosa añadida y la hipertensión arterial (HTA).
La presión arterial elevada o hipertensión arterial (HTA) es una enfermedad crónica caracterizada por un incremento continuo de las cifras de la presión sanguínea por arriba de los límites sobre los cuales aumenta el riesgo cardiovascular. Se define por una presión arterial sistólica mayor o igual a 140 mmHg y una presión arterial diastólica mayor o igual a 90 mmHg.
Según la última encuesta Nacional de Salud, en Chile el 26,9% de la población tiene hipertensión y de estos solo el 65% esta diagnosticado y apenas el 37% está en tratamiento. La HTA “es responsable de al menos el 45% de las muertes por enfermedades al corazón y el 51% de las muertes por accidente cardiovascular” (Sayon-Orea C et al, 2015, p1133).
Los factores nutricionales juegan un papel importante en el desarrollo de ECV, como la ingesta de ciertos tipos de grasas, consumo de sodio y aumento de calorías. Se ha demostrado también que “la introducción de azucares refinados en el suministro de alimentos y el aumento subsiguiente en el consumo de azúcar ha reflejado el aumento en la prevalencia de la hipertensión arterial” (Vanessa H. et al, 2012, p787)
Algunos mecanismos biológicos por los cuales el consumo de sacarosa y/o fructosa elevan la presión arterial es por la inhibición de la enzima óxido nítrico sintetasa a nivel endotelial, estimulación del sistema nerviosos simpático, aumento de la absorción intestinal de sodio y aumento del ácido úrico plasmático, donde este último es mediado por un aumento de la actividad del sistema renina – angiotensina – aldosterona y una hipertensión glomerular.
Fructosa y metabolismo
Estudios han demostrado que la ingestión de fructuosa añadida (monosacárido que forma parte de la sacarosa) produce un aumento de las tasas de novo lipogenesis, es decir, la conversion de los carbohidratos de la dieta en ácidos grasos. La glucosa entra a las células por un mecanismo de transporte GLUT 4 que es dependiente de insulina en la mayoría de los tejidos. Una vez que la glucosa entra a las células, ésta es fosforilada por glucokinasa para convertirse en glucosa–6–fosfato a la columna de glicerol de triglicéridos mediante la modulación de fosfofructoquinasa. Ésta proporciona señales de saciedad al cerebro.
La fructosa entra a las células por un mecanismo de trasporte de GLUT 5, que no depende de insulina. Este transportador está ausente en las células beta pancreáticas y el cerebro, limitando la entrada de fructosa a estos tejidos.
Dentro de las células, la fructosa es fosforilada para formar fructosa-1-fosfato (fosfolípido y triacilglierol), lo que facilita la formación bioquímica de triacilgliceroles más eficientemente de lo que lo hace la glucosa, siendo más lipogenico, un efecto que puede ser perjudicial para pacientes con hiperlipidemia, resistencia a la insulina o diabetes Mellitus tipo 2.
Además, esto no estimula la producción de dos hormonas que participan en la regulación de la homeostasis de la energía “leptina e insulina”, por lo que existe una disminución en las respuestas de la insulina a las comidas y en la producción de leptina que se asocian con el consumo crónico de dietas altas en fructosa, lo cual puede producir efectos negativos a largo plazo en la regulación de la adiposidad.
También se puede observar que la fructosa tiene una gran importancia en la síntesis de ácido úrico, este efecto es secundario a la fosforilacion de la fructosa por la fructokinasa, que utiliza ATP como donante de fosfato. Lo que ocurre es una acumulación de fructosa-1-fosfato que produce un agotamiento del ATP hepática y aumenta la degradación de ácidos nucleicos. Este mecanismo de aumento de ácido úrico “puede contribuir a la disfunción endotelial y por lo tanto a aumentar el riesgo de hipertensión” (James M et al. 2015, p432).
Disfunción endotelial
Las células endoteliales juegan un papel importante en la regulación del tono vascular a través de síntesis y liberación de factores de contracción y relajantes. Existe “evidencia que los niveles elevados de insulina circulante y metabolitos de fructosa pueden alterar la actividad endotelial” (Klein A et al. 2015, p914), elevando la Presión Arterial.
La norepinefrina (catecolamina que actúa como hormona y neurotransmisor) produce apoptosis en las células endoteliales por aumento de los radicales libres, lo que va a generar un aumento de la presión arterial por la implicancia de la regulación del óxido nítrico.
Sistema nervioso simpático y fructosa
Un exceso de fructosa en la dieta conduce a un aumento crónico de la estimulación del sistema nervioso simpático, por el resultado del aumento de los niveles de insulina. Además “ésta sobreactivación exacerba la resistencia a la insulina, configurando así una retroalimentación positiva (bucle)” (Klein A et al. 2015, p919). Una estimulación del sistema nervioso simpático implica una disminución del óxido nítrico, lo que conlleva a un aumento de la presión arterial en consecuencia de una vasoconstricción.
Óxido nítrico
El óxido nítrico es un potente vasodilatador que tiene como característica disminuir la presión arterial que genera por la sintasa de óxido nítrico endotelial. Hay evidencia que una alimentación alta en fructosa disminuye la producción de óxido nítrico mediante la reducción de la actividad y la expresión de sintasa de éste.
Angiotensina II
La angiotensina II es un vasoconstrictor, que estimula la liberación de superoxido, donde este inhibe o inactiva el óxido nítrico produciéndose así un aumento en la presión arterial.
Ácido úrico
En los estudios revisados se observó que los niveles más altos de ácido úrico se asociaron con un aumento de la fructosa dietaría. La hiperuricemia causa disfunción endotelial, provocando estrés oxidativo y reduciendo los niveles de sintasa de óxido nítrico endotelial y óxido nítrico. Hay evidencia que el “ácido úrico actúa como prooxidante dentro de las células” (Klein A et al. 2015, p916). Este efecto proporciona la estimulación de radicales libres sobre la NADHPH oxidasa, y posteriormente el óxido nítrico se inactiva. Por lo que viene acompañado con elevaciones intracelulares de radicales libres, lo que sugiere un aumento del estrés oxidativo y mayor impacto en el endotelio.
Absorción de sal
Se ha demostrado también que la dieta alta en fructosa estimula la absorción de sodio y cloruro a un estado de sobrecarga de sal, lo cual aumenta la presión arterial y reduce la expresión de renina en los riñones aproximadamente al 50%. Al aumentar la “retención de sal y la activación crónica del sistema nervioso simpático, tiene el potencial de perjudicar la función endotelial” (Klein A et al. 2015, p918)
DISCUSIÓN
El aumento los problemas causados por la HTA en los países desarrollados se correlaciona con “el aumento de la ingesta de fructosa en la dieta” (Singh A et al. 2008, p443). En los presentes estudios se ha evidenciado una nueva visión de la patogenia de hipertensión arterial inducida por fructosa, mediante un vínculo fuerte sobre el aumento del ácido úrico y sus consecuentes metabolitos que generan un aumento de la presión arterial. En algunos estudios también se observa que un aumento de la ingesta de sal junto con la ingesta de fructosa añadida podría generar una mayor reabsorción de sodio, y así aumentar la presión arterial, pero esto no es del todo concluyente.
Existen también estudios donde se explica “el importante papel que tiene la fructosa en la absorción de sodio en el yeyuno proximal mediante la activación de transportadores como PAT 1” (Singh A et al. 2008, p439); [se expresa en membranas apicales tanto del intestino delgado como del tubo proximal del riñón]; donde se muestra que una mayor concentración de fructosa en la dieta causa mayor y/o mejor absorción de fluidos en comparación con dietas bajas en fructosa.
CONCLUSIÓN
Los estudios realizados hasta la fecha tienen un fuerte vínculo entre el consumo excesivo de fructosa e hipertensión. Los efectos de la fructosa sobre la elevación de la presión arterial parecen provenir de vías metabólicas complejas e innumerables que aún no han sido estudiadas siendo de gran importancia clínica. Toda esta información, esta medida, en gran parte, “por la capacidad única de fructosa para aumentar el ácido úrico” (Jhonson R et al. 2007, p904).
La observación donde el ácido úrico puede ser un papel clave en el aumento de la presión arterial, sugiere que es por los mecanismos que hay detrás de una disminución concomitante de óxido nítrico, donde ésta disminución va a generar un aumento de la hipertensión arterial y una gran vasoconstricción.
Ha sido también participe una actividad reciente de sistema nervioso simpático, donde este posiblemente desencadena la resistencia a la insulina e hiperinsulinemia y con esto un aumento de la presión arterial.
Otros factores como el ya nombrado ácido úrico, estrés oxidativo y reabsorción de sodio han sido propuestos para la aparición de la HTA.
También se indica que el aumento de la ingesta de fructosa en la dieta provocaría una mayor sobrecarga de sal, lo cual aumentaría la absorción de sodio en el intestino y disminuiría su excreción en el riñón.
En conjunto de todos estos resultados, podemos decir que la fructosa puede ser un gran factor de riesgo a considerar en la prevención de enfermedades Cardiovasculares como la HTA, ya que un aumento en la ingesta dietética de fructosa genera indirectamente un aumento significativo a la presión arterial.
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